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nuestros adversarios como si nuestra propia causa estuviera identificada con la
verdad absoluta”. Raymond Aron.
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¡Viva Cañonero!
MEDIO SIGLO DE VIVENCIAS CONMOVEDORAS
Desde el 1 de mayo 1971 y sábado 1 de mayo 2021 con el
estelar Essential Quality del Sheikh Al Maktoum.
Cañonero el de Babtista, Ávila y Juan Arias.
El triunfo de Cañonero
en el 97 Kentucky Derby aquel sábado primero de mayo de 1971 conmovió al mundo del hipismo. La
historia ha sido contada, repetida de muchas formas y maneras por tratarse de
una hazaña absolutamente inesperada. (Hasta ahora no igualada, quizá
irrepetible)
¡Viva Cañonero!
El reportaje en The
Blood-Horse creo firmado por Joe Hirsch, de enorme y bien ganada fama entre los
periodistas de EE.UU.
El primer sábado de
mayo de este 2021 se disputará la edición 147 del famoso Derby con 20 potros, algunos muy costosos, entre ellos Essential Quality, gran favorito de la
carrera, propiedad de His Highness Sheikh Mohammed bin Rashin Maktoum Al
Maktoum. Coincidencias sí y otras no, por supuesto, entre nuestro inolvidable
Cañonero y el formidable campeón
propiedad del Sheikh en el Godolphin Stable, esos brillantes colores azul del
cielo.
En ambos casos y repetido, primero de mayo en sábado la fecha
del Derby que cambió el año anterior por el conocido trauma mundial.
De eso hará cincuenta años, medio siglo de vivencias
conmovedoras.
Cañonero costó apenas
1.200 dólares pagados por mi entrañable amigo Luis Navas. El gordo estimó que era una ganga
pagar poco por un potro que mostraba problemas salvables con una línea materna
más que aceptable, encabezada por Nasrullah,
segundo abuelo de Dixieland. El padre el francés Pretendre estaría por probarse.
Sin más cuentos, cuando
el lote de 1971 avanzaba hacia el codo final, el Cañonero que había
confrontando problemas en la arrancada y tras correr lejos arrollaba de manera
clara, su criador Edward Benjamín expresaría su inolvidable sentencia:
--No lo puedo creer…
¡El caballo que vendí
apenas por 1.200 viene a ganar el Derby!
Cuando hable vía
teléfono público desde Maiquetía con Paco Andrade (él ya en la redacción de El
Nacional) para ver sí era cierto el rumor que crecía en todos los rincones, me
dijo entre carcajadas.
--No te preocupes,
Armao. Estoy en la noticia. Aquí veo una negrera en el paddock. ¡Echaron un
vainazo en el Derby!
(Era común para
entonces negrear a todo el mundo, especialmente en las redacciones donde los
periodistas encabezados por Paco, Juliac, Miguel Otero, Luis Esteban Rey, Castro
Pimentel y muchos otros, bromeaban de lo lindo (sin racismo alguno) en torno al
color de piel)
Luego apareció Pedro
Babtista quien no pudo viajar a Kentucky. Sin ser Sheikh ni nada al estilo. Un hombre honorable, apasionado por
los caballos especialmente. Con numerosos amigos que además fueron creciendo.
Gustavo Ávila era un consagrado profesional del látigo, dueño de un estilo
como el que posteriormente exhibirían dos de nuestros máximos exponentes, Ramón Alfredo Domínguez y Javier José
Castellano.
Él junto a Juan Arias
el de La Vega en Caracas, el peón o caballerizo Juan Quintero y demás personal
de cuadra, eran héroes nacionales. Durante días solo se hablaba de Cañonero
que a la vez servía de carta de presentación a los venezolanos (la mayoría sin
saber decir ni yes) que viajaban al Norte para estar cerca del caballo en las
postrimerías del Preakness.
Don Gustavo Ávila hoy cercano a sus 83 años más que bien
vividos por fortuna entre su bella familia, dijo al cronista (algo escrito innúmero de veces)
que tuvo cierta noción del posible triunfo de Cañonero luego de galopar al
favorito de la carrera, Bold Reason.
En efecto, Ángel Penna
llamaba a su amigo con estas palabras o parecidas:
--Venid petizo. Móntate
en un caballo de carreras que será el ganador del Derby. Una vuelta.
Echo el oficio, nuestro campeón a quien Alberto Tapatapa Hidalgo bautizaría como “El Monstruo” se fue hasta
el puesto de caballerizas. Arias
rayaba unas zanahorias:
--¡Negro! Tenemos
chance. Acabo de trabajar a Bold Reasson. Penna me dijo que gana, pero no es
mejor que Cañonero.
De eso estaba seguro.
Y además, 50 años son nada.
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